...La racionalidad "sapiens" y la técnica "faber" son reconocidas comunmente como los caracteres propios de lo humano. No obstante, ahora sabemos que el útil es muy anterior al homo sapiens, y que es muy probable que sea homo erectus quien conquistara el fuego. Está claro, igualmente, que los animales tienen comportamientos racionales para huir del peligro, buscar alimento, reproducirse. Por otra parte, la originalidad humana se manifiesta en el desencadenamiento de mitología y magia, lo que los científicos denuncian como irracionalidad, y que, sin embargo, forma parte de la humanidad tanto como la racionalidad. Ésta última va a conocer, no obstante, con la filosofía, la ciencia y la técnica, un desarrollo extraordinario.
..Así pues, hay en lo humano (ser individual, social y biológico) una formidable potencialidad de racionalidad, así como una formidable potencialidad de desarrollo técnico, que van a actualizarse en el curso de la historia, y a acelerarse y ampliarse en los últimos siglos.
Desde sus orígenes, la técnica ha buscado remediar las carencias humanas. El ser humano dispone de manos hábiles, pero son débiles en fuerza de prensión y pegada. Corre, pero a poca velocidad. No sabe volar. No dispone de la capacidad de los pájaros para captar información magnética y visual para sus desplazamientos. Por esto, la técnica realizará artificialmente para él sus ambiciones y sueños.
La Técnica conoce un primer despegue en el Neolítico, después se desarrolla de forma plural, según las civilizaciones, para dominar la materia, sojuzgar las energías, domesticar el mundo vegetal y el animal, hasta el despegue súbito, inaudito y formidable, a partir del siglo XV, primer en Europa occidental III, y después en todo el planeta, de técnicas dominadoras de energías cada vez más potentes (vapor, petróleo electricidad, energía nuclear), máquinas cada vez más automatizadas, y por último, una rede nerviosa artificial repartida por el globo. La unión de la ciencia y la técnica ha dado poder soberano sobre la materia física, y pronto dará poder soberano sobre el patrimonio hereditario de los vivientes. De este modo, el ser menos probable, más desviante, más marginal ha impuesto su orden al planeta Tierra y dispone de un poder en adelante a la vez demiúrgico y suicida.
Tan importantes como la técnica es la creación de un universo imaginario y el desencadenamiento fabuloso de los mitos, creencias y religiones, que los desarrollos técnicos y racionales se han mostrado muy poco aptos, en el curso de la historia y hasta el momento para eliminar.
Desde la prehistoria, la racionalidad y el mito, la técnica y la magia cooperan en las prácticas funerarias y en las de caza, las encontramos a la vez complementarias y antagonistas en las grandes civilizaciones, más aún: el desarrollo técnico va a efectuarse cada vez más al servicio del sueño de dominar las tierras, los mares y el cielo. La formidable omnipresencia del mito en las sociedades arcaicas pudo hacer creer a los antropologos simplistas que los primitivos vivían en un mundo puramente mitológico, sin embargo, sus estrategias de caza y sus adquisiciones de conocimientos dan testimonio de su inteligencia y sus prácticas racionales.
La civilizaciones antiguas han realizado grandes desarrollos técnicos con la edificación de monumentos grandiosos y notables realizaciones científicas, como en la astronomía, y también, al mismo tiempo, grandes desarrollos mitológicos en sus religiones e ideologías.
Los modernos creyeron acceder a la era racional y positiva. Pero las religiones sobrevivieron. Subsiste una esfera mitológico-mágica en el subsuelo psíquico de los individuos, subsisten más o menos vivas las creencias obre los espíritus, se han expandido nuevas formas de mitología a través de de las películas y estrellas de cine (e internet). Por último y sobre todo, el mito se ha introducido en el pensamiento racional en el momento en que éste creía haberlo expulsado: La idea misma de razón se convirtió en un mito cuando un formidable animismo le dio vida y poder para hacer de ella una entidad omniscente y providencial. El mito que se infiltra en la idea abstracta la hace viviente, la diviniza desde el interior. Las ideologías recogen el núcleo viviente del mito e incluso en ocasiones, como fue el caso del marxismo, de la religión de la salvación.
De hecho en toda civilización hay a la vez oposición y asociación de dos pensamientos; la presencia de uno es recesiva en el otro; se infiltran el uno en el otro.
El mito nace de algo muy profundo en la mente humana. Es avivado por el misterio de la existencia y el abismo de la muerte.
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