No es la primera vez que escucho a un creyente citar a Santo Tomás de Aquino y sus cinco vías cómo una demostración irrefutable de la existencia de Dios.
La verdad es que me cuesta mucho entender que una persona adulta no se de cuenta de los fallos de razonamiento. Supongo que eso es lo que se llama fe.
Ver Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino y sus erróneas conclusiones (1)
Quizás el más simple y fácil de comprender es el argumento de la primera causa (Sostiene que todo lo que vemos en este mundo tiene una causa, y a medida que retrocedemos más y más lejos en la cadena de causas debemos llegar a una primera causa, y a esa primera causa le damos el nombre de Dios). Ese argumento, supongo yo, ya no tiene mucho peso hoy en día. Los filósofos y los científicos han trabajado sobre el concepto de causa y este ya no tiene la vitalidad que tenía antes; pero, a parte de eso, pueden ver que el argumento de que debe haber una primera causa no puede tener ninguna validez. Podría decir que cuando yo era joven y reflexionaba muy seriamente sobre estas cuestiones, durante mucho tiempo acepté el argumento de la primera causa, hasta que un día, con 18 años, leí la autobiografía de John Stuart Mill, y allí encontré esta frase: "mi padre me enseñó que la pregunta ¿quién me hizo? no tiene respuesta, dado que conduce inmediatamente a la siguiente cuestión ¿quién hizo a Dios?" Esa frase tan sencilla me enseñó, tal y como sigo pensando, la falacia en el argumento de la primera causa. Si todo debe tener una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, este algo puede ser tanto el mundo como Dios, por lo que no puede haber ninguna validez en ese argumento. Es algo de la misma naturaleza que la visión hinduista de que el mundo descansa sobre un elefante y el elefante sobre una tortuga; y cuando les preguntaron "¿y que pasa con la tortuga?" los indios dijeron ¿y si cambiamos de tema?. El argumento no es realmente mejor que ese. No hay razón por la cual el mundo no haya podido surgir sin una causa; ni, por otro lado, hay ninguna razón por la cual no haya podido existir siempre. No hay razón para suponer que el mundo haya tenido un principio. La idea de que las cosas deben tener un principio se debe realmente a la pobreza de nuestra imaginación. Por lo tanto, quizás, no necesito perder más tiempo en el argumento de la primera causa.
Bertrand Russell - Por qué no soy cristiano
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