La última estupidez de Benedicto XVI

Aún a pesar de que Juan Pablo II reconoció (por fin) que la evolución es un hecho, el fanatismo de la “autoproclamada por cuatro amigos” voz en la Tierra de dios nos vuelve a regalar una vez más con una muestra de estupidez.

Durante su discurso de la misa de pascua en la Basílica de San Pedro, el papa Benedicto XVI dijo que el hombre no es producto de la evolución, tal y como podéis ver en este artículo.

Podemos ver perlas de sabiduría, de voz atronadora y divina como estas:


"Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del universo, su vida estaría privada de sentido o sería incluso una molestia de la naturaleza. Pero no es así: la razón estaba en el principio, la razón creadora, divina".




Como siempre, demostrando sus argumentos con la razón y aportando pruebas de lo que dice. Es por ello eterno merecedor del título de Tontaco, tanto en la Tierra como en el Cielo.
Además, su afirmación tiene un gran tufillo (más bien apesta) a que la Tierra es el centro del universo, demostrando el inmenso ego y estupidez del borrico santo padre.

No creo que sea ignorancia, seguro que tiene gente informada que le enseña a leer y le explica la realidad. Pero la realidad no vende para este tipejo.
Este vendedor de parcelas celestiales, tiene la misión de mantener su rebaño engañado para seguir vendiendo terrenos (y cobrando por ello) en un cielo inexistente. Para ello, tiene que hacer coincidir su mitología con la realidad, cosa que obviamente no ocurre.
La evolución no coincide con su librito mágico, luego la evolución no es verdad.
Mantengamos a los corderos en la ignorancia, no sea que perdamos fieles, subvenciones y poder.

Tan cierto como que el preservativo es obra del diablo y no sirve para proteger de enfermedades de transmisión sexual. Gracias a sus “consejos” y sus “verdades” miles de personas mueren en África. Tarde o temprano se acusará de genocidio a la iglesia por este hecho, una vez más.

Esperemos que dentro de 500 años pidan perdón por la inmensa estupidez de “las voces de dios en la Tierra”.